Tres personajes devastados: este es el principio operativo de esta película. A los dos minutos y medio, el joven de 18 años Bennett Brewer (Aaron Johnson) muere en un brutal accidente carretero, horas después de tener su primera experiencia sexual. Aquí comienza la travesía sin fondo de los tres protagonistas: el padre, Allen (Pierce Brosnan), que intenta mantener su integridad evitando hablar del hijo muerto; la madre, Grace (Susan Sarandon), que se empeña obsesivamente en saber qué pasó en los últimos 17 minutos de agonía de Bennett, y el hermano menor, Ryan (Johnny Simmons), que finge culpar a su hermano pero en verdad se culpa a sí mismo de haber estado drogado.
Los tres se hunden en un pozo de remordimientos inexpresables, y se puede imaginar que podrían permanecer así por mucho tiempo, atrapados por la incapacidad de comprender lo que pasó. Pero a los 13 minutos aparece Rose (Carey Mulligan), la novia de Bennett, también de 18, que ha quedado embarazada de ese único encuentro y que no tiene familia ni lugar donde vivir.
Ella es el motor dramático de la historia. La familia quebrada exhibe sus grietas ante Rose. El padre la acoge sin aceptar que se hable de Bennett; la madre no la quiere ni desea que nazca el hijo que espera; el hermano menor la mira con cierta indiferencia. Cada uno está alienado en su propio universo, haciendo lo que su perturbado instinto le indica para tratar de salir del pozo.
La directora Shana Feste filma de una manera limpia y funcional. Su cámara está siempre a cierta distancia de los personajes, buscando la manera de exponer el desquiciamiento de sus acciones sin juzgarlos. Más que desentrañar su psiquis, muestra el efecto del dolor. Más que medir su integridad, pone en pantalla la disolución de sus certezas.
Es posible que no haya muchas maneras de filmar el dolor, y un dolor de esta clase quizás esté en el borde de lo infilmable. Una de esas maneras es dar tiempo a los personajes, dejar que ellos emerjan desde los actores como no lo harían en otra situación. Shana Feste les otorga planos inusualmente largos para que creen el dolor (como ocurría, por ejemplo, en la memorable En el dormitorio, con la inmensa actuación de Tom Wilkinson) y se puede debatir si Brosnan y Sarandon salen totalmente airosos del desafío. Pero es claro que tienen momentos que otras películas no les han brindado.
Prueba de amor -un título casi tan malo como el original- no es la mejor cinta que se haya rodado sobre la pérdida de un hijo. Lucha, dentro de su convencionalismo -flashbacks innecesarios, música manipulatoria, desenlace- por transmitir algo muy difícil. Y el respeto con que lo intenta es un valor en sí mismo.
The Greatest
Dirección: Shana Feste. Con: Pierce Brosnan, Susan Sarandon, Johnny Simmons, Carey Mulligan, Aaron Johnson. 100 minutos.
Los tres se hunden en un pozo de remordimientos inexpresables, y se puede imaginar que podrían permanecer así por mucho tiempo, atrapados por la incapacidad de comprender lo que pasó. Pero a los 13 minutos aparece Rose (Carey Mulligan), la novia de Bennett, también de 18, que ha quedado embarazada de ese único encuentro y que no tiene familia ni lugar donde vivir.
Ella es el motor dramático de la historia. La familia quebrada exhibe sus grietas ante Rose. El padre la acoge sin aceptar que se hable de Bennett; la madre no la quiere ni desea que nazca el hijo que espera; el hermano menor la mira con cierta indiferencia. Cada uno está alienado en su propio universo, haciendo lo que su perturbado instinto le indica para tratar de salir del pozo.
La directora Shana Feste filma de una manera limpia y funcional. Su cámara está siempre a cierta distancia de los personajes, buscando la manera de exponer el desquiciamiento de sus acciones sin juzgarlos. Más que desentrañar su psiquis, muestra el efecto del dolor. Más que medir su integridad, pone en pantalla la disolución de sus certezas.
Es posible que no haya muchas maneras de filmar el dolor, y un dolor de esta clase quizás esté en el borde de lo infilmable. Una de esas maneras es dar tiempo a los personajes, dejar que ellos emerjan desde los actores como no lo harían en otra situación. Shana Feste les otorga planos inusualmente largos para que creen el dolor (como ocurría, por ejemplo, en la memorable En el dormitorio, con la inmensa actuación de Tom Wilkinson) y se puede debatir si Brosnan y Sarandon salen totalmente airosos del desafío. Pero es claro que tienen momentos que otras películas no les han brindado.
Prueba de amor -un título casi tan malo como el original- no es la mejor cinta que se haya rodado sobre la pérdida de un hijo. Lucha, dentro de su convencionalismo -flashbacks innecesarios, música manipulatoria, desenlace- por transmitir algo muy difícil. Y el respeto con que lo intenta es un valor en sí mismo.
The Greatest
Dirección: Shana Feste. Con: Pierce Brosnan, Susan Sarandon, Johnny Simmons, Carey Mulligan, Aaron Johnson. 100 minutos.
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